domingo, 15 de marzo de 2020

Cap 2 - El Padre del Cielo Crucificado y Su Santa Madre

Hasta este momento sólo conocía al Papá del Cielo de grandes barbas blancas como el algodón. No había oído hablar nada sobre el crucifijo; y, en mi ignorancia, no me gustaba mirarlo, porque sentía una especie de horror y de pena “de aquel Hombre” a quien no conocía.

En aquel tiempo (1904) la familia Reis residía en Santa Victoria, donde la más joven de la familia, doña Gloria Reis, que todavía vive, abrió allí un colegio privado. A mis hermanas mayores las matricularon en él, y creo que de ahí arrancaron las relaciones de mis padres con esa familia.

Cierto día, doña Mimosa Reis (madre de doña Gloria) vino a nuestra casa. Mi hermanito Jandir, con pocos meses de vida, estaba enfermo y mamá llevó a doña Mimosa al cuarto. A mí me gustaba mucho esa señora y en cuanto sentía su presencia corría a su encuentro y ya no me apartaba de ella. Así sucedió ese día. Oí la voz de doña Mimosa y fui a encontrarme con ella. Me acomodé en sus rodillas y me quedé con ella.

Doña Mimosa estaba sentada enfrente de la gran cómoda donde se veía, en el centro, el crucifijo con la cruz negra y el Santo Cristo tomó el crucifijo y me preguntó: “¿Dedé sabe quién es?”

No supe qué responder. Me hizo la misma pregunta, tomando la benditera de loza de la Inmaculada Concepción, pero tampoco sabía yo nada; pero cuando señaló el cuadro de la Santísima Trinidad, ¡ah, ahí sí conocía al gran Papá del Cielo, a quien yo entonces ya quería tanto!

Me acuerdo perfectamente, como si fuera hoy, de la primera leccioncilla que recibí, a los cuatro años, de aquella buena y piadosa señora, cuyo recuerdo jamás se ha borrado de mi memoria. ¡Que el buen Dios le dé una justa recompensa por el inmenso bien que hizo a mi alma!

Cuando yo le dije que el Padre Eterno era el Papá del Cielo, doña Mimosa, señalando al crucifijo, comentó: “Éste también es el buen Papá del Cielo. Dedé se llama Cecy y el Papá del Cielo se llama Jesús. Jesús vivía en el Cielo, que Él había hecho tan bonito. Y también fue el Papá del Cielo el que hizo esta tierra, donde Dedé vive. Él lo hizo todo para toda la gente. Y el Papá del Cielo dijo: ‘Si toda la gente es buenecita voy a llevarlos a todos al Cielo bonito, para que vivan conmigo’. Pero casi nadie quiso ser bueno y, por eso, en vez de ir al Cielo bonito, por castigo, tuvieron que ir a lo profundo de la tierra, lleno de fuego, donde vive el diablo malo".

“El Papá del Cielo, que es tan bueno, se entristeció por esa gente mala; entonces Jesús vino a vivir aquí a la tierra para pedirle a aquella gente que se hiciese buenecita y sólo hiciese lo que el Papá del Cielo mandaba. Pero a la gente no le gustó el buen Jesús. Le golpearon, se burlaron de Él, mandaron a los soldados que le prendieran, que hicieran una cruz así, como esa, aunque más grande, y que con unos clavos bien afilados y un martillo grande, clavaran al buen Jesús en aquella cruz tan enorme. Jesús murió, después volvió a vivir y se volvió otra vez al Cielo".

“Pero Jesús es tan bueno y además quería tanto a aquella gente mala que les dijo: ‘No hagáis el mal; si toda la gente y también las niñas como Dedé quieren ser buenecitas, yo las llevaré al Cielo hermoso, lleno de angelitos, que pueden volar como las mariposas’”.

Y doña Mimosa, tomando la benditera, continuó: “Y esta moza guapa es la Madre del buen Jesús; Ella es buena como su Hijo, y como Él, también se fue al Cielo”. Aquí acabó la lección, la gran y profunda lección que tan vivamente se grabó en mi alma infantil y que durante tres años me debía servir de guía.

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